Aquel sábado 25 de julio de 1992, Jorge el Bendito
Solís salió a batear como emergente por Juan Carlos Camacho, y en un
rato de inspiración se metió de golpe y porrazo a los libros de records
del beisbol estatal, y provoco de paso una polémica que sigue vigente
hasta nuestros días.
Era el primer partido de la serie en el Jaime Canales Lira, y los pitchers abridores fueron Juan el Cañon
López por los Faraones y Miguel Galindo por los Indios. Cuando Solís
bateo por primera ocasión en la quinta entrada, ya estaba en la lomilla
por los visitantes Rolando Zúñiga.
No
había gente en base cuando Jorge le hizo swing a un lanzamiento del
relevista Faraón la pelota tomó altura y terminó su viaje del otro lado
de la barda del jardín central.
En el sexto episodio y con dos corredores en las colchonetas, el Bendito
se enfrentó nuevamente a Zúñiga y con la cuenta completa, le conectó
otro batazo por el jardín central, pero todavía mas lejos que el
anterior, consiguiendo así su segundo cuadrangular de la tarde.
Después de una labor de una entrada y dos tercios, en la que le hicieron
6 carreras y le conectaron siete hits, Rolando Zúñiga salió del
partido y vino Héctor Duarte, quien fue recibido por Pablo González con
imparable al jardín derecho, pero Lalo Cital se ponchó y Sergio Mora
sacó línea a tercera para que cayera la entrada.
En la
séptima, después de rola al short de Javier Pérez para el primer out,
Rodolfo García conecto jonrón solitario por el jardín izquierdo. En
medio de un fuerte aplauso, el Zurdo Jorge Solís se fincó nuevamente en
la caja de bateo. Duarte vino con el lanzamiento, pero la pelota no
llegó a la mascota de Conrado Miranda, pues ante el regocijo de los
aficionados, la esférica comenzó a viajar y no paró hasta caer detrás de
la barda grande entre jardín central y derecho.
Después del batazo Héctor Duarte fue relevado por Arturo Renova, quien
retiró a Tony Barrón Moriel por la vía sesenta y tres. Mario Mora, que
había entrado a cubrir la segunda base por Manuel Enciso en el sexto
episodio, recibió la base por bolas y enseguida Ricardo Rentería y Pablo
González ligaron sencillos, el de Pablo productor de una carrera. Vino
entonces Lalo Cital, y con dos a bordo la botó por el jardín
izquierdo.
Renova dejó la lomilla y vino en su lugar Ernesto Quintana, que no pudo
sacar el ansiado tercer out, y en cambio, le hicieron una carrera, le
conectaron dos hits, regaló una base por bolas y dejo dos corredores de
herencia.
Al bat Jorge Solís.
Manuel Galaz Aguilera, manager de los Faraones, trajo entonces al zurdo
Ernesto Lucero, quien en medio de los gritos ensordecedores y los
clásicos silbidos del respetable, realizo sus disparos de
acondicionamiento.
Sacando a relucir el colmillo, Lucero no le pasó nada bueno a Solís. La
cuenta llegó a tres y dos y después de varios foules, Jorge conecto un
batazo contra su banda. La pelota se elevo perezosamente rumbo al jardín
izquierdo. Alfredo Casas se pegó a la barda y saltó lo mas que pudo,
pero la pelota pasó a escasos centímetros de su guante y así, el Bendito
conseguía su segundo cuadrangular de la entrada, su cuarta carrera
anotada, sus carreras producidas numero seis, siete y ocho y lo mas
importante, su cuarto jonrón del juego, con el que empataba la marca que
impuso Enrique Licón Peña en el estadio Parral el ll de septiembre de
1976.
Después de hacer contacto con la pelota, Jorge siguió su viaje
hasta verla caer detrás de la barda chica, y después, sin grandes
aspavientos, recorrió las bases y fue recibido en home por todos sus
compañeros, en medio de los gritos delirantes de los aficionados. El
parque Jaime Canales Lira se convirtió en un verdadero manicomio, y el festejo se prolongó hasta bien entrada la noche.
La
pizarra final fue 20 carreras por 10. Nocaut en siete entradas. El
pitcher ganador de ese histórico partido fue Roberto Barraza y el
perdedor Héctor Duarte, los dos en labor de relevo.
Después del consabido festejo, comenzaron las odiosas comparaciones: que el Pelón
Licón había conectado sus cuatro jonrones utilizando un bat de madera y
que Jorge Solís lo hizo con uno de aluminio, o bien, que el pitcheo que
en su momento enfrentó Licón era superior al que le bateo Solís, que la
marca de este último debería llevar un asterisco; en fin, el hecho es
que se inició la polémica y casi diez y ocho años después, los
aficionados todavía no se ponen de acuerdo, y como dijo don Teofilito, ni se pondrán.
Por
otra parte, con todo y que arrancaron el campeonato con el pie
izquierdo, perdiendo la primera serie por limpia ante los Faraones en la
casa de estos, los Indios manejados por Javier Ramírez, que tenía como
coaches al Catutis Araiza y a Víctor Escobedo, terminaron con una
marca de 26 ganados y 4 perdidos, ganando los últimos 21 juegos del rol
regular, lo que les permitió llegar hasta la mismísima final, que se
convirtió, lamentablemente, en uno de los actos mas tristes y
bochornosos de que se tenga memoria en el beisbol del estado.
Por: Paco Gómez .
Por: Paco Gómez .
No hay comentarios:
Publicar un comentario